martes, 21 de agosto de 2012

En el fondo es mucho peor.

El viento te despeina mientras estás sentado en el césped escuchando ese grupo perfecto, esa canción adecuada, esa frases exacta. Por fuera se te ve normal, un poco solitario pero normal. Sabes disimular, tras años de dar una imagen de que no te afecta nada, de que eres de hierro, nadie se da cuenta que en tu interior, ese mundo único por cada centímetro creado por ti, se está destruyendo. Piensas en contar tus problemas, pero o bien decides que son demasiados tontos para compartirlos, o que nadie los intentarán solucionar o ,la razón de tu silencio a lo largo de tu adolescencia, importa más ayudar a lo demás y aparentar felicidad en tu rosto.
Noche tras noche sigues dando vueltas, sin poder dormir, conectado a una red social para así "ignorar" los pensamientos y puede que escribiendo tonterías hagas sonreír a alguien. Pero esos problemas no se quitan, unos son mucho más importantes que otros, los más pequeños se irán con el tiempo y otros, otros sabrás ignorarlos ya que llevan mucho tiempo contigo y piensas que no tienen solución.
Te levantas de la cama, das vueltas por el cuarto, piensas en salir a la calla pero, ¿a dónde ir? a cualquier lugar lejos de aquí. Miras por la ventana, todo oscuridad, menos tu pantalla que ilumina esa canción de ese grupo perfecto, ellos siempre saben que decir en la mejor situación. Te sientas en el suelo, escuchando esa canción que te describe mejor que nada en ese momento.
 
Te levantas de nuevo tarde, vas hacia la cocina y te encuentras a tu madre, que tras comentarios graciosos y alguna riña por la hora que es, te pregunta cómo estás y tú, la miras medio dormido y le dices con una sonrisa en la cara un falso y simple bien, que ella se cree.






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